lunes, 1 de febrero de 2016

Aprender a morir, aprender a vivir...

He tenido la suerte de convivir con perros en la infancia y aprender de ellos importantes lecciones que han sido determinantes en mi vida.

Compartí mi camino de los 9 a las 21 años con Kela, una mezcla de pastor belga y alemán de una excepcional inteligencia. La cómplice y peluda hermana pequeña que nunca tuve. Meses antes de fallecer, Kela desarrolló una enfermedad degenerativa que la iría paralizando lentamente. Un poco antes de que se fuera, adoptamos a un nuevo cachorro, Ron, un pastor alemán.


Antes de ir a dormir, solía pasar unos momentos con los perros disfrutando del fresquito y el silencio las noches veraniegas de Almuñécar. Aquella noche el cachorro de tres meses estaba especialmente divertido y me centré en jugar con él. Desde su rincón, sin poder moverse ya, Kela me observaba con una infinita tristeza.


Sentí en mis huesos su pena y su reproche por no prestarle la atención de siempre, por verse sustituida por otro perro... pasé de ella, la verdad. Ahora sé que lo hice, porque me daba miedo asumir que se estaba muriendo, me negaba a aceptarlo... aún tengo su mirada clavada en la memoria.


Aquella fue la última vez que ví a Kela. Al día siguiente regresé a Granada y al poco tiempo, murió. 


Cuando me enteré no sentí tanto su muerte, al fin y al cabo había tenido una larga y feliz vida de perro, sino el no haberla acompañado en la soledad de su sufrimiento aquella noche, el no haberme despedido con gratitud por haber compartido tantos buenos momentos.


14 años después, era Ron el que desarrolló la misma enfermedad. 


La primera vez que sus patas de atrás se desmoronaron sin control, me eché a llorar. Estaba llegando al final de su viaje. Recordé los ojos de Kela y decidí que no volvería a pasar por la misma situación. 

Cada vez que iba a Almuñécar pasaba todo el tiempo que podía con Ron, lo sacaba religiosamente aunque tuviese que sostener sus patas de atrás, aunque le costase caminar y cada paseo fuese una odisea, ¡pero era tan feliz en la montaña!... lo acariciaba, le cepillaba el pelo, le hacía reiki,.... cada vez que me tenía que volver a casa me despedía como si no fuese a verlo nunca más....


Al final vivió algunos meses más de lo esperado, no me importó despedirme diez veces....


Y cuando llegó el momento sentí una paz muy intensa... me acordaba de aquellos últimos momentos y su mirada de gratitud por cada minuto que compartí con él.... 


Hace año y medio fue a Laura, mi prima,  a quien le diagnosticaron una enfermedad terminal. Aunque me había criado con ella como si fuese una hermana más, en los últimos años no habíamos tenido mucho contacto.


Por eso traté de pasar a su lado el mayor tiempo posible, de crear un nuevo y estrecho vínculo que no hubiera sido posible en otras circunstancias.  


Primero intenté proponerle técnicas alternativas que le diesen una nueva esperanza, después la acompañé mientras manejaba a duras penas las emociones de su situación y finalmente... durante el tremendo último mes de agonía, puse todas mis herramientas a su servicio para ayudarla a afrontar el desenlace final... Un largo proceso de año y medio que finalizó hace unas semanas.

Algunos familiares intentaban rehuir la situación al igual que yo hice con Kela... gracias a ella pude comprenderlos sin juzgarlos. Sólo tenían miedo.  Pude ayudarles a entender que era buena idea tener una despedida consciente... no quería que se sintieran tan culpables como me sentí yo...


Para el ser que se está muriendo es fundamental sentirse acompañado, escuchado, querido.... poder compartir las dudas y el sufrimiento, hablar con claridad de lo que siente... sin duda es esencial estar a su lado para hacerle el proceso más llevadero. 


Pero los que se quedan, también obtienen un inmenso regalo... compartir momentos auténticos con un ser al que amas, aprender de la vida y la muerte, aceptar la situación y hacer un duelo sereno y lleno de sentido...


Kela, ¡qué gran lección me enseñaste antes de irte!... qué importantes son las despedidas... nunca sabes cuando será la última vez que veas a alguien...  al fin y al cabo, todos somos moribundos...


Gracias Kela. Gracias Ron. Y sobretodo, gracias Laura, porque aprender a morir, es en definitiva, aprender a vivir....


RON

domingo, 17 de enero de 2016

¿Por qué el mayor enemigo de las mujeres son las propias mujeres?


Estoy alucinada.

Una mujer con su bebé sale en las noticias.


¿Y quienes hacen las críticas más duras?, ¿quiénes se ensañan expresando públicamente cómo deberían o no deberían ser las cosas?, ¿qué se supone que las madres tienen  o no tienen que hacer? ... ¡¡las propias mujeres!!


Señoras, nos hemos pasado siglos luchando con una imagen  y una forma de vida limitada impuestas desde fuera... y ahora que comenzamos a poder elegir cómo cada una queremos vivir sólo recibimos críticas de las otras mujeres.... de la madre, la suegra, la vecina del quinto o las conocidas de facebook....


Cuando era pequeña pensaba que si las mujeres gobernasen no habría guerras, ya que las mujeres siempre han estado más interesadas en la vida, el bienestar y la supervivencia que en la competición o la demostración de poder... La energía femenina está más conectada con la comunicación, el apoyo entre iguales y la ayuda mutua. La competición, el empeño en llevar la razón, el deseo de poder para aplastar al otro, lo relaciono con la energía masculina.


Es cierto, que todos, tanto hombres como mujeres, tenemos ambas polaridades de la energía: todos podemos ser tolerantes o competitivos dependiendo de la situación. Sin embargo tendemos a expresar más un lado de la energía que otro (y no siempre depende del tipo de genitales que tengamos entre las piernas). Hay mujeres con predominancia de energía masculina y hombres con más  tendencia a lo femenino.


El asunto clave es que este sistema en el que vivimos es masculinizante: fomenta en todos la crítica, la competición, la lucha por el poder y el paternalismo (yo sé lo que es lo mejor para los demás). Y la mayor parte de las mujeres, en la lucha por la igualdad, por ser aceptadas por el sistema se han despojado de su predominancia de la energía femenina y han interiorizado la lucha constante.


Cuando una mujer le dice a otra cómo tiene que vivir es cuando me doy cuenta de que el capitalismo, el patriarcado o, como queramos llamarlo, ha vencido... Nos ha dividido en dos.


Primero nos ha separado de nosotras mismas.  En lugar de escuchar nuestra intuición y nuestro instinto tendemos a creernos las teorías que vienen de fuera (la mayor parte de ellas, por cierto, enunciadas por hombres).... creando luchas internas que nos llevan al desconcierto, a la depresión, a la ansiedad.... de manera que ya no sabemos ni siquiera qué es lo mejor para nosotras mismas y si lo intuimos, nos juzgamos y nos cuestionamos de una forma brutal. La mayor parte de las mujeres que conozco tiene una paupérrima autoestima que procede de esta desconexión consigo mismas.


En segundo lugar nos ha separado de las otras, nos hemos convertido en las madrastras de nuestras compañeras creyendo que podemos juzgar a las demás, que sabemos vivir mejor que ellas... quizás porque nos sentimos tan mal con nosotras mismas que necesitamos pisotear a las otras para sentirnos un poco mejor.


Creo que nos estamos perdiendo. Creo que es necesario rescatar esa esencia femenina y empezar a colaborar y a ayudarnos.


Si tu hermana quiere llevar el bebé al trabajo para poder amamantarlo, deberías apoyarla.

Si tu hermana quiere dejar el bebé en una guardería porque necesita centrarse en su trabajo, deberías apoyarla.
Si tu hermana quiere tener 5 hijos, deberías apoyarla.
Si tu hermana no quiere tener hijos, deberías apoyarla....

Si de verdad quieres ayudar a una mujer, invítala a conectarse consigo misma de manera que pueda decidir a través de sus necesidades internas no de las imposiciones externas. Ayúdala a ser coherente consigo misma, pero una vez que decida, no eres quién para cuestionarla, ¡apóyala!


La vida ya es bastante complicada,  todas buscamos lo que es mejor para nosotras,  cada una somos diferentes y tenemos distintas visiones y necesidades.... Pero tenemos un objetivo común: que las leyes, las estructuras, el sistema en general nos permita llevar a cabo la vida que cada una necesitamos. 


Y ese objetivo también es común con los hombres: que los sistemas que creemos nos ayuden a todos a ser más libres y poder elegir las formas de vida que estén en mayor sintonía con nuestro interior.

No sé vosotras, pero yo no quiero luchar más. No quiero competir. No quiero juzgar.  Quiero ayudarme a mí a ser más yo, a las mujeres y a los hombres a ser ellos mismos.... estamos todos en el mismo barco.




domingo, 22 de noviembre de 2015

!!Voy a pasar el resto de mi vida conmigo!!

Era 14 de febrero, pero aún no me había dado cuenta.

El cliente de la sesión de Reiki de las 16:00 no apareció y ni siquiera se tomó la molestia de avisar. Normalmente me fastidia cuando otras personas no tienen en cuenta mi tiempo, sin embargo estaba tranquila, incluso agradecida por el regalo de un poco de tiempo libre... ¡Qué bien! ¡voy a dar un paseo!.


Hacía una tarde cálida y luminosa, un guiño de primavera en mitad de un frío invierno.


Pasé delante de una de mis cafeterías favoritas y decidí sentarme en la única mesa de la terraza donde descansaba un rayo de sol.


Aunque me encanta el café americano y las tartas de chocolate no suelo consumirlos con frecuencia... pero sentí que era una ocasión especial, una celebración... ¿por qué no?


Me centré en la sensación del sol sobre mi cara, en el olor del café que me fascina, en la textura esponjosa del bizcocho impregnado de naranja y chocolate, la majestuosidad del álamo frente a mí, las carcajadas de la niña que jugaba en la mesa de al lado, el aire templado llenando suavemente mis pulmones...


Una ligera explosión  de gozo comenzó a surgir  en mi pecho expandiéndose en todas direcciones, haciéndome sentir más grande, casi infinita... explotando en cada una de las células de mi cuerpo... llenando toda la experiencia de un amor intenso e inefable...


Un pensamiento  llegó con una fuerza devastadora: ¡¡voy a pasar el resto de mi vida conmigo!!


Entendí que todo, absolutamente todo en mi vida puede ser pasajero, pero que esa sensación de reconocimiento de mí misma, iba a ser para siempre...  ese amor incondicional e infinito era una parte de mi propia esencia que no podía perder pasara lo que pasara...


Recordé el millón de veces que había pasado por esas mismas calles sintiéndome completamente perdida, destruída, con el vacío instalado en las tripas, buscando desesperadamente el amor en otras personas que de una u otra manera desaparecían dejándome un nido de angustia...


Todo eso ya pasó... ¡¡de verdad que pasó!!... seguro que el dolor volverá en algún momento, seguro que habré de afrontar pérdidas y desilusiones...  pero yo estaré aquí, para llenar de amor cada segundo, para confortarme y protegerme, para seguir adelante... para comprenderme y aceptarme cada vez que vuelva a tropezar...


Todo lo que siempre he anhelado está aquí, justo aquí... ¡¡y seguirá aquí siempre!!... al menos mientras viva... incluso intuyo que es posible que esa sensación supere la muerte porque en este momento no hay un sólo atisbo de miedo...


Una risa que procedía de un lugar profundo afloraba llenando mis ojos de lágrimas ...


¡¡Ostras!! Es 14 de febrero, ¡¡menudo regalo del amor de mi vida!!




lunes, 12 de octubre de 2015

Tú también vas a morir

A los ocho años, una noche apacible viendo la tele junto a mis padres, tomé consciencia por primera vez, de que un día moriría.

Aquella noche ese sólo pensamiento somatizó en un dolor de barriga intenso que mi madre confundió con una indigestión ... no dije nada...  pero a partir de entonces la idea de la muerte se convirtió en una especie de sombra que me acompañaba a todas partes.

Durante el día, en muchos momentos se me olvidaba, pero cuando la noche invitaba al sueño, el pensamiento me atormentaba una y otra vez impidiéndome dormir....

Si un día voy a morir, ¿qué sentido tiene la vida?...

Veía cómo a mi alrededor los demás hacían sus tareas con normalidad, iban a trabajar, a la compra, hacían planes a corto y largo plazo sin ningún atisbo de preocupación...de vez en cuando preguntaba a algún adulto y todos eludían el tema... en eso no hay que pensar...

Pero yo no podía evitar pensar....  buscaba respuestas por todas partes: revistas, técnicas, herramientas... tenía que haber algo... religiones, filosofías occidentales y orientales, meditación, yoga, libros, libros y más libros....una carrera entera de cinco años....  y ninguna respuesta....

Mas si voy a morir... tengo que aprovechar la vida, no dejar nada para mañana, hacer las cosas que quiero hacer, decir las cosas que quiero decir, arriesgarme, afrontar retos, viajar , cumplir mis más profundos sueños, amar intensamente y sin reticencias, no dejar deudas pendientes, perdonar y pedir perdón lo antes posible... que  si esa persona muere mañana o yo misma muero mañana, nadie tenga que postrarse de culpa delante de una tumba.... si he de regalar flores, que  puedan olerlas....

Sin darme cuenta la muerte se estaba convirtiendo en la mejor maestra de la vida que podía imaginar...  me hacía tener precaución y cuidarme para proteger mi cuerpo al máximo, pero también me invitaba a exprimir cada segundo como si de verdad fuese el último...

Ahora de vez en cuando, trabajo con personas en estado terminal, a veces le toca a algún familiar... cuando les acompaño se sienten bien conmigo porque siempre les digo que quizás yo, tan sana y lozana, muera antes que ellos... que nunca se sabe... ellos no están presos y yo libre... sino que todos estamos en el mismo barco...

La muerte te rozará tarde o temprano... y me sorprende que la mayoría de la gente que conozco no tenga esta consciencia presente... si hay algo que  sucederá seguro es que vas a morir y verás morir a alguien querido...  ¿cómo es posible que no estemos preparados para algo inevitable?

Esto no es así en todas las culturas, incluso en la nuestra, hace unas décadas se convivía con la muerte diariamente, se velaba en las casas, los cementerios estaban dentro de las ciudades, se rezaba y se tenía, incluso de pequeños,  una idea de qué pasaba después. Pero ahora que la mayoría hemos desechado la religión, no hemos buscado alternativas para este tema... simplemente hacemos como que no existe. Algo que sólo les pasa a los demás.

Nuestra cultura actual no quiere pensar en la muerte, ha creado tanatorios asépticos y cementerios en las afueras, para que no veas a nadie morir... en esta vida superficial que nos hemos creado vivimos enredados en mil quehaceres diarios que no nos permiten reflexionar; mil actividades y mil aparatos para que ocupemos cada segundo de nuestro tiempo....

Pero la muerte no da tregua... un día alguien cercano muere y tu vida da una sacudida, un día te detectan una enfermedad y todo se derrumba...   si no estás preparado será bastante más difícil de afrontar... no podrás hacer un duelo natural y suave, sino que el dolor te desgarrará de tal manera que no habrá pastillas suficientes para anestesiarte... y quizás eso te impida despedirte de tu ser querido, o hacer tus gestiones personales antes de iniciar tu propio viaje... y, créeme, hay mucha diferencia entre partir con miedo y sufrimiento y decir adiós con una sonrisa... lo veo cada día.

Creo que la verdadera madurez llega cuando entiendes que la muerte es parte del proceso vital, cuando tienes una sensación personal de qué pasa después,  ya que eso te permite afrontar mejor el día a día, ser mejor persona y acompañar con calidad y serenidad a tus seres queridos...

No es posible amar la vida sin haber besado en los labios a la muerte....





www.reikizenter.es






martes, 14 de octubre de 2014

El amor sólo es posible en este momento


No sé por qué  elijo relaciones, trabajos y formas de vida en las que tengo que estar en movimiento todo el tiempo, en las que no me puedo acomodar; historias que pueden terminar en cualquier instante.

Viniendo de una familia y una infancia muy estables conscientemente busco la permanencia, la consolidación, el compromiso...

Sin embargo, la vida me trae un aprendizaje de constante desapego...

Quizás es que aún no aprendí la lección.

Quizás es que no hay otra manera.... la permanencia es una ilusión y yo he decidido liberarme de todas las ilusiones que pueda....

Tarde o temprano, te enfrentas a una despedida, a un final: te dejan de amar, dejas de amar, cambias de ciudad o país, la relación termina, las personas mueren, tú mueres.... Tarde o temprano todos experimentamos  el desapego, el fin, la muerte en cualquiera de sus facetas.

Tarde o temprano descubrimos que la vida es sólo un momento que normalmente no disfrutamos lo suficiente por esa necesidad constante de que todo dure para siempre...

Es posible que el ser humano necesite algunas ilusiones que le aporten seguridad para poder vivir mejor...

No lo sé... sólo sé que no importa cuán profundo sea un compromiso, cuantos papeles haya de por medio, ni cuantas expectativas, planes o anhelos tengas.... el amor, la vida,  sólo es posible en este momento.

jueves, 2 de enero de 2014

¿En qué fase vital estás?

La infancia es el tiempo de aprender los patrones de los padres, de grabar todos esos programas en tu disco duro, de asentir y buscar la aprobación.

La adolescencia es la fase del anti-patrón, de la rebeldía contra lo que has aprendido... aún no es posible ser uno mismo, sólo somos una reacción.

En la juventud toca probar otros patrones, experimentar, arriesgarse, equivocarse, cometer locuras porque lo único que te importa es hacer algo nuevo, diferente.

Supongo que la madurez es el tiempo del reconocimiento de tí mismo, cuando empiezas a tener claro al menos, qué es lo que no quieres... empiezas a darte cuenta de que quizás tus padres no estaban tan equivocados como pensabas...  pero sus valores tampoco te sirven del todo... es la época en la que dejas de mirar tanto hacia afuera y empiezas a conocerte un poco... cuáles son tus necesidades, cómo funcionan las emociones, cuáles son tus películas mentales habituales...  puedes repasar un poco tu historia de vida y aprender de tus errores, perdonar y pedir perdón, comprenderte y comprender a los demás, amarte quizás por primera vez y amar a los demás de una forma más desapegada, asumes tu responsabilidad en todos los aspectos de tu vida ... te vuelves más egoísta en las que cosas que conciernen a tus necesidades y absolutamente altruista, tolerante y compasivo con respecto a los demás... empiezas a tener criterio propio, a elegir, a seleccionar... cuando no te importa mucho tener razón o no, sino más bien ser consecuente, ser tú mismo, caminar por tu propia senda...

Imagino que después viene el tiempo de la sabiduría... cuando puedes comprender la vida como proceso global y a tí mismo como parte de ese proceso... en el que la emoción predominante es la gratitud de haber podido pasar por todas las fases, en el que debiéramos iluminarnos... porque esa es nuestra naturaleza...

Estas fases no siempre están conectadas con la edad biológica... conozco personas adultas que aún están en la etapa de la infancia, siguiendo el patrón de sus padres, buscando su aprobación a ciegas sin plantearse si es eso lo que realmente quieren.... adolescentes de 50 instalados en el anti-patrón, tratando aún de demostrar a sus padres (estén vivos o no) lo equivocados que estaban. Y jóvenes seniles que siguen probando, experimentando, repitiendo errores una y otra vez, dejándose guiar por opiniones ajenas,  sin posicionarse, sin conocerse, sin saber quiénes son ni qué quieren de la vida...

Aunque estas fases son un proceso natural que se alargan más o menos en función del tipo de sociedad en el que vivimos parece que muchas personas se estancan en alguna de ellas porque son pocas las que llegan a la fase de la sabiduría... y muy escasas las que se iluminan, tengan la edad que tengan...


viernes, 6 de diciembre de 2013

No hay fruto hasta que no muere la flor


No hay fruto hasta que no muere la flor. 

Hasta que la ilusión del enamoramiento no desaparece, no es posible el amor...

Sólo cuándo caen los velos de las expectativas y las ideas preconcebidas,
se puede amar con libertad...


Sólo tras abrazar la belleza y la sombras, 
tras vivir en la alegría, el hastío y la enfermedad, 
compartiendo las horas de insomnio y los sueños dulces...
las amenas charlas y las discusiones tensas.

Cuando se han hecho añicos todas las imágenes,
cuando besas al sapo sin desear que cambie, 
cuando prefieres un menú donde no haya sólo perdices...
cuando aceptas la realidad...

Hasta que no hayas integrado el último recoveco de tu ser,
hasta que no te entregues sin miedo a la existencia
hasta que no alcances el éxtasis de tu propio néctar, 

no podrás amar...



"Cada flor tiende a ser fruto, 
cada mañana tiende a convertirse en noche, 
nada hay eterno en esta tierra, excepto el cambio o la huida. 

También el verano más hermoso quiere sentir alguna vez el otoño y lo marchito. 
Permanece, hoja, quieta y con paciencia, si intenta el rapto alguna vez el viento. 
Juega tu juego sin nunca defenderte, deja que tranquilamente ocurra, 
y por el viento que te arranca déjate soplar hacia tu casa.
Herman Hesse